DIARIO DE UN MONTAJE - Versión en castellano

DIARIO DE UN MONTAJE



Bajo este aburrido título, se esconde un intento de hacer una especie de cuaderno bitácora de  los ensayos de Vania. He pensado en escribir este diario por la sencilla razón de que al final de cualquier proceso, siempre lamento no haber hecho un seguimiento. Así que empiezo hoy. He dudado en poner como título: "Diario de un viaje", que tal vez sería más adecuado debido las emociones que provoca el hecho de encerrarnos en una sala de ensayo y no saber dónde ni cuándo saldremos; y me temo que ese es el objeto de todo viaje: alejarse de un universo conocido para adentrarse en una multitud de universos por conocer; pero como no estoy acostumbrado ni a escribir un diario, ni a escribir prosa, después de pensarlo mucho he optado por esta cabecera más prosaica y creo, más alcanzable. Dicho esto consideraremos este primer día de hoy como día 1

Día 1
Hemos empezado a desmontar el Tío Vania para el estreno, dentro de dos meses y medio, de nuestra adaptación de este clásico en el Teatre Lliure. Mi manera de ensayar se basa en la práctica del mecano. ¿Recuerdas aquellos juegos que corrían por todas las casas cuando los niños todavía jugaban con las manos y construían objetos de madera y mecano y puzzles? Pues así hago yo. Desmonto la obra yo sólo, día tras día, durante meses, sin escatimar preguntas, perdiéndome en las respuestas, para volver a montarlo otra vez a la espera de los actores. Después llegan estos, como marineros fuertes y animados dispuestos a acompañarme durante el viaje y como una rana abierta encima de la mesa del laboratorio, comenzamos a separar otra vez todas las partes.

¿La gran pregunta de hoy: Porque Tío Vania, pieza clave en la literatura dramática, me parece a primera lectura tan mala? ¿Por qué tenemos la sensación de que los personajes sólo se quejan de su vida absurda y no llegan a ninguna parte y proclaman sin cesar su incapacidad para ser feliz? ¿Por qué es tan difícil saber cuáles son sus intereses, sus deseos, sus sueños? ¿Tal vez el aburrimiento es el gran tema de esta obra? ¿Por qué cuando más avanzas en este texto menos lo entiendes?

Al final del ensayo he llegado a la conclusión de que tal vez Chéjov es tan grande porque sus personajes estan perdidos como nosotros en nuestras propias vidas. ¿Puede alguien realmente, sinceramente, responder acerca de sí mismo estas preguntas? ¿Alguien sabe realmente cuáles son sus deseos o intereses? ¿Hay alguien capaz de asegurar que en esta vida absurda que vivimos la tristeza y el aburrimiento nunca le sorprendió al girar la esquina?

Día 2
Hoy os dejo con una interesante lección de historia del teatro y de los avances en la interpretación que provocó la conexión de Chekhov con Stanislavsky. ¡ Disfrútadlo!




Dia 3
Después de un intenso ensayo analitzando todas las líneas de acción que se esconden bajo las palabras de Chèjov hemos conseguyido elaborar un modelo actancial digno de una enciclopedia.



Día 4
¡ Emocionante! Cada día que pasa me gusta más Chéjov. Nunca he tenido delante de mí un texto tan complejo como éste; Ya sea como actor o como director. Entender completamente este texto es tan difícil como pescar un salmón con las manos desnudas. Por mucho empeño que le pongas se escapa. De poco ayuda pensar con la cabeza cuando lo que deberíamos hacer es escuchar con los sentimientos. A cada pregunta que yo lanzo sobre la mesa seis respuestas aparecen inmediatamente y si sólo son seis es porque no somos más en la mesa de ensayo; Y las seis son tan interesantes unas como las otras. Pensando cómo explicar la sensación que esto me provoca (no de confusión sinó de pasión) me he encontrado de golpe con estas palabras de Gorki. Palabras de una carta que este envió a Chejov después de ver "Tío Vania" en el teatro.

... Como puede ver, su obra ha dejado en mí un temor, una angustia similar a la que sentí hace mucho tiempo, en mi infancia: tenía en mi jardín un rincón donde podía, con mis propias manos, plantar flores que crecían allí fácilmente. Pero un día, al ir a regarlas, qué veo: el parterre removido, las flores quebradas y, tendido sobre ellas nuestro cerdo, nuestro cerdo enfermo, que se había roto la pata trasera. Pero el día estaba radiante y el maldito sol brillaba con una intensidad particular e indiferente sobre el desastre y los pedazos de una parte de mi corazón... 
(Correspondencia de Chejov/Gorki, Ed. Funambulista)

Después de leer esto me doy cuenta que me gustaría mucho dejar pasear un cerdo libremente por el escenario mientras nosotros gesticulamos penosamente en ruso y hacemos teatro.

Día 5 
Una de las palabras más usadas por Chejov es “aburrimiento”. Un gran e insoportable aburrimiento. Un aburrimiento que va más allá de uno mismo. Un aburrimiento que se estanca y ronda dentro nuestro y acaba por abatirnos. Un aburrimiento mayúsculo. Un aburrimiento con artículo incluido: el aburrimiento. El aburrimientos es este estado en que aún sin estar satisfechos de l o que somos o tenemos, tampoco hacemos nada por cambiarlo. Ni siquiera sabemos por dónde empezar y acabamos colocándonos en un punto fuera de nosotros mismos, por encima de nuestras cabezas, para  poder así observarnos como objetos de estudio. De esta manera nos lamentamos de todo aquello que nos rodea, y dedicamos tanto esfuerzo a esta acción, que después ya no nos quedan fuerzas para hacer nada más. Y así el aburrimiento, este aburrimiento con artículo incluido, acaba por convertirse en el único objeto de nuestro desafortunado pensamiento. 

Como decía Alain (1868-1951) , filósofo francés contemporáneo de Chéjov (1860-1904): “Cuando un hombre no tiene nada que construir o destruir, es muy infeliz […] Vivir malumorado y meditar sobre uno mismo no vale para nada. El hombre que medita es un animal depravado […] Incluso la guerra, por mucho que el peligro de morir sea un hecho, es un buen antídoto contra el aburrimiento. El miedo de morir es pensamiento propio de un ocioso. Una batalla es sin duda uno de los lugares dónde menos se piensa en la muerte. De aquí la paradoja: cuanto más llena de ocupaciones está nuestra vida, menos miedo tendremos de perderla” 

Si pensamos que Chéjov combinó su oficio de médico, con una ferviente actividad literaria, y aún así encontró tiempo para plantar árboles en el jardín de su casa , es evidente que demasiado tiempo para aburrirse no debía tener. Esto me hace pensar que cuando el autor escribe Vània pretende alertarnos del peligro que este vicio nos puede reportar. Hay que luchar contra el aburrimiento con todas nuestras fuerzas, sin desfallecer, trabajando sin cesar. Esta, creo es la llave del montaje. El aburrimiento como generador de nuestra acción. 

Gracias por leernos. Espero no haberos aburrido demasiado.


Día 6 
Acto III “Tío Vània”; Sònia: “ No encuentro la palabra justa” 
La palabra justa! Qué importante es encontrar la palabra justa. Cuántas veces nos habremos sorprendido sin encontrar la palabra justa. Quien no se ha equivocado alguna vez, y después ha lamentado haber dicho aquello que no tocaba, por no encontrar la palabra justa. Cuantas veces hemos tenido un nudo en la garganta y no hemos sabido deshacerlo por no encontrar la palabra justa. Aquello que provoca que el pensamiento se convierta en acción es esa palabra justa, precisa, sin ambiguedades. Cuando no somos capaces de formular esa palabra; cuando decimos amor y pensamos en afecto; cuando queremos retener a alguien a nuestro lado pero le decimos adiós; cuando odiamos y en el fondo deseamos; cuándo... cuándo... cuándo... Cuántas veces la cabeza nos engaña y el cuerpo se confunde! Vania al final de la obra consigue decir: “Estoy tan triste...” Qué habría pasado si hubiera dicho en voz alta ese pensamiento durante el primer acto? Quizás hubiera sabido contra qué luchaba. Quizás hubiera recibido ayuda de sus compañeros de escena. Quizás no tendríamos una de las grandes obras del teatro universal. Vania necesita toda una obra para llegar a comprender lo que le pasa y encontrar la palabra justa. Y entonces, con sencillez, Sònia le responde: “Tenemos que vivir”. Estas dos réplicas concluyen, a mi parecer, el texto. (Aunque de esto hablaremos otro día) 
Sin palabra justa, no hay acción. 
Y esto me lleva a pensar a nuestra sociedad. Mientras nos conformemos asumiendo que nuestro problema es la crisis no saldremos de ella. La crisis de qué? Económica, de valores, de amor hacia el otro? De qué? Debemos continuar buscando la palabra justa para entender en qué punto de la historia de la humanidad nos encontramos, si no queremos esperar a llegar al final de la obra para poder avanzar. Demasiado tarde, me temo. 
Quién todavía piense que Vania sólo habla de un grupo de rusos aburridos al final del siglo pasado es muy ingenuo. Pienso que Chéjov también habla de esto. No de nuestra crisis, eso está claro, pero sí del hecho, que si no sabemos lo que nos para nos será muy difícil avanzar.

Día 7 
Hemos llegado a la conclusión de que el Tío Vania podría reducirse en esta breve sinopsis:

Vania y Sonia administran una casa que pertenece al profesor Serebriakov. En esta casa también vive Teleguin, amigo de la familia, y una vez al mes encontramos el Dr. Astrov que los visita. El profesor Serebriakov, ha decidido, de pronto, ir a pasar unos días a su casa con su mujer Ielena. Unos días que finalmente parece que serán bastante más tiempo; cosa de un siglo. La idea de un siglo juntos compartiendo casa, desespera a Vania que no ve el momento de vengarse del profesor Serebriakov por haberle robado su vida, o esto es lo que Vania siente en estos momentos. A su vez, la decisión de quedarse un siglo en esta casa exaspera a Sonia que además de dedicarse con absoluta devoción a curar la enfermedad del profesor Serebriakov no puede soportar el hecho que  Ielena se casara con el Profesor Serebriakov siendo tan y tan guapa. Además, Sonia está secretamente enamorada del Dr. Astrov que a su vez está empezando a perder la cabeza por la Ielena, esta chica tan y tan guapa. Tanto le acabará gustando al Dr. Astrov, Ielena que osará seducirla, auqnue sin éxito, pues ella lo rechazará por su abnegada dedicación hacia su marido, el profesor Serebriakov al cual ya no quiere ni poco ni mucho. Vania, como decíamos, está dispuesto a vengarse del profesor Serebriakov y no desaprovecha la ocasión de proclamar abiertamente su amor hacia la mujer de este, Ielena otra vez. Ielena pero, no le ama, o en todo caso de un amor que es más amistad que no  amor de perder la cabeza. Astrov, no lo hemos dicho antes pero era de esperar, por si no era poco, no siente amor alguno por Sonia, afecto sí, pero de amor ni gota. Mientras todo esto pasa Teleguin, no nos habíamos olvidado de él sigue enamorado de su mujer, aunque esta ni sale en la obra ni sabemos como se llama, la cual lo abandonó en el mismo día de su boda por carecer de atractivo alguno. 
Y mientras todo esto pasa comen, duermen, beben vodka y hablan del tiempo. 
Realmente no difiere mucho de nuestras vidas.

Dia 8

Una imagen vale más que mil palabras. No me gustan las frases hechas, pero a veces son tan adecuadas!



Día 9
El estado emocional debe ser un resorte y no un embudo. 
Cuando te enfrentas a obras como Vània, la tradición te lleva a trabajar exclusivamente sobre la psicología del personaje, (herencia del trabajo de Stanislavski, el método con todas sus variantes, y otras técnicas no siempre bien entendidas); y no nos damos cuenta que el estado emocional entonces se convierte en una losa. Una losa que empuja al actor hacia adentro, hacia la introspección. No de la persona pero sí del personaje. Es el que yo digo trabajar dentro del embudo. El teatro, cuando menos tal y como yo lo concibo, debe ser lo contrario. Nuestra tarea debe tener como objetivo empujar la obra hacia fuera, hacia la platea, hacia dónde está el público. El espectador debe tener la sensación de que un torrente de imágenes y palabras le cae encima. Debe salir del teatro emocionalmente empapado; como si saliera de una ducha de energía y emoción. Con esto no digo que nosotros, actores o director no tengamos que profundizar en el estado emocional de nuestros personajes. Al contrario, debemos ser muy rigurosos en este aspecto. Pero sin perder de vista que la emoción debe servir como resorte para llegar al público. El escenario no es una ventana a través de la cual vemos un paisaje, hermético para l’espectador. Un universo envasado al vacío dónde el público no puede acceder. El escenario, yo creo y lo siento así, debe ser como aquellas cajas de juguete que al abrir la tapa salía de dentro un payaso tocando un acordeón y sorprendía a todos los que en ese momento la miraban.

Día 10 
SÒNIA Tenemos que vivir. Tenemos que vivir, Vània . Viviremos una serie muy larga de días y noches; soportaremos con paciencia las pruebas que el destino nos ponga delante. Trabajaremos para los otros, ahora y cuando seamos viejos, sin reposo, y cuando llegue el momento diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que todo ha sido difícil y entonces el universo tendrá piedad de nosotros... y descansaremos. Descansaremos. 

La primera vez que leemos este texto, tenemos un fuerte sentimiento de derrota hacia la vida. Como si no pudiéramos hacer nada, pues esta es absurda, sórdida, horrorosa e implacable. Teniendo en cuenta que este monólogo cierra la obra podríamos llegar a caer en la tentación de leerlo como un acto de resignación. Es decir si después de todas las peripecias de la obra a Sònia sólo le quedan fuerzas para decir este monólogo sobre el futuro que se acerca, está claro que entendemos que se resigna a vivir una vida sin ninguna clase de esperanza. Yo, pero, quiero romper una lanza hacia algo más que la resignación de Sònia hablando del trabajo. Nuestra cultura ha crecido sobre la fuerza del trabajo. Pero desde la aparición del ocio como un bien para mejorar nuestra calidad de vida, el trabajo ha acabado por ser definido como una lata. La mayoría de las personas creen que trabajar es la gran cruz de la humanidad. Es esa actividad en la que el hombre se ajena de sus sueños durante casi tres cuartas partes de su actividad diaria. Pero no quiero ni imaginar que seria de nuestra sociedad sin el trabajo. Tengo la sensación de que Txèkhov habla de esto, cuando retrata unos personajes apáticos, inactivos e incapaces de hacer nada para salir de esta insoportable monotonía. Dejadme decir, aunque quizás algunos no estéis de acuerdo, que el trabajo también podría ser aquella actividad que nos aportara crecimiento, comunicación y que nos permitiera salir de nuestra esfera personal para interactuar con el mundo. Yo creo que Sònia se refiere a esto. No habla de llenar la vida con un trabajo mecánico y rudimentario que no nos aporte nada más que el beneficio económico, sino que habla de llenarnos de acción. Una acción hacia los otros, con responsabilidad hacia ese trabajo y amor hacia esa dedicación y hacia quienes nos rodean. Chéjov en sus obras y cuentos siempre critica a los jugadores de cartas, los bebedores consumados y el resignado aburrimiento de su decadente sociedad. Pero al mismo tiempo llenó sus textos de personajes con unas enormes ganas de cambio. Un cambio social y personal en búsqueda de un mundo mejor. De esto, creo que habla realmente este monólogo.

Dia 11 
Astrov: Sabes, cuando avanzamos por una noche oscura y al final del camino, vemos una pequeña luz?

Siempre he pensado que la vida intenta avanzar por el camino más cómodo y corto posible. La vida, de hecho, aparece dónde sea mientras se den unas mínimas condiciones. Un poco de agua es suficiente para que esta aparezca. Pero el camino más corto posible, no siempre es bueno en el arte. 
En el proceso de ensayos dedicamos mucho tiempo a encontrar elementos, pequeñas certezas que nos ayudan a creer que avanzamos por el buen camino así que las fuerzas empiezan a fallar: un tono de voz, una intención, un gesto o un silencio adecuado son revelaciones que iluminan nuestro avanzar a tientas en el intento de construir un espectáculo. Entonces todo el equipo se aferra a ello con dientes y uñas, e inevitablemente durante el siguiente ensayo nada parece tan interesante como creíamos; ese gag ya no da risa; el silencio aburre; los gestos no hablan y las palabras no tienen sentido. Pero aún así, el equipo sigue repitiendo incesantemente esa frase y aquella acción sin entender porque razón ya no ilumina. En ese momento el equipo no se da cuenta que ha cometido el error de avanzar por el camino más corto. En ese caso hace falta olvidarse todo lo encontrado y volver a empezar sin miedo a ir de nuevo por el camino a tientas. 
La semilla del arte está en la vida misma. Y si en la vida aquellos detalles, que de pronto nos muestran que estamos en el camino correcto son efímeros, no sé porqué en el arte deberían ser más duraderos.

DÍA 12 
Vània: Bebemos porque no nos gusta la vida que tenemos y así nos inventamos una, llena de ilusiones.
Mucha gente me pregunta; Por qué un Vània? Por qué un texto en el que un grupo de personajes transitan sin sentido por un mundo desordenado y caótico con poca esperanza y mucha desilusión? No es mejor hacer comedias ligeras, que no molesten y vayan directo al estómago sin pasar por el paladar, como esos restaurantes dónde mejor no saber lo que se come mientras lo sacie a uno? 
Yo soy de la opinión contraria. Pudiendo comer en casa, si voy a cenar a un restaurante quiero que todo tenga un sentido, una razón, un placer más allá de la estricta contemplación de la mecánica gástrica. El arte es un espejo para el espectador. Y todos esperamos de un espejo la verdad sin tapujos aunque no nos guste, pues el espejo es incluso más sincero que las palabras de nuestro mejor amigo. El arte, pienso, debe ser tan implacable en esta verdad como el más limpio de los espejos. Chéjov tiene la gran calidad de mostrarnos aquello que ve sin deformarlo por su talento o su imaginación. Por eso pienso que es tan necesario hacer un Vánia hoy en día. Si preguntamos a toda esta gente que cuestiona la necesidad de hacer este texto, su grado de satisfacción en el mundo que vivimos (y de mundo que vivimos sólo hay uno), está claro que encontrará fácilmente bastantes elementos que estropeen su plena satisfacción. 
Si volvemos a leer la frase de Vània entendemos que si este texto es necesario, lo es porque nos alerta del riesgo de caer en el cinismo, la introspección, y la desidia. 
Tras leer Chéjov un se siente más humano y más propietario de su propia existencia.

Día 13 
Hay palabras que tienen una dimensión tan exagerada que en lugar de estimular alguna acción hacia ellas, provocan el efecto contrario. Palabras cómo: libertad, cultura, felicidad... nos convierten en personas diminutas, por mucho que nos llenemos la boca de ellas. Cuando las usamos acostumbran a estar vacías de contenido por mucho que las gritemos tan fuerte como podamos, y eso por qué en el fondo nadie se ve con fuerzas de ponerles unos límites claros que las definan. Palabras que acaban por asemejarse a esos troncos quemados por un relámpago y que no son más que un trozo de corteza. 
Creación es una de esas palabras. Es una palabra que inconscientemente suena dentro nuestro con referencias tan antiguas como el inicio de los tiempos con sus Dioses y mitos de todo tipo. 
Pero en todo proceso artístico, es necesario desprenderse del miedo que nos provoca la palabra en cuestión, si lo que pretendemos es comprometernos con aquello que estamos haciendo. Creación, crear, siendo humanos. 
Creo firmemente que el hombre ha perdido la capacidad de ser intuitivo frente a la posibilidad de ser racional. El hombre, a priori, no es más que un animal que intenta vivir en comunidad con la naturaleza, pero la fuerza de la razón lo ha acabado alejando de su animalidad. Sólo podremos ser creativos si ensayamos con compromiso para depertar esa animalidad innata pero demasiado tiempo olvidada. 
Un artista sólo debería usar su capacidad de razonar para saber el autobús que le llevará correctamente hasta el local de ensayo. Una vez allí, cerrada la puerta, debe comprometerse con su parte más íntima, natural, secreta e intuitiva y conseguir así, aún manteniendo la ropa del personaje puesta, desnudar con sinceridad su alma. Quizás entonces será capaz de volver a llenar de vida esa corteza quemada.

DÍA 14
Ahora que nos vamos acercando al final de los ensayos y empezamos a ver la luz en el camino (cómo dice el Dr. Astrov en el acto 2 del Tío Vània) me pregunto si he conseguido transmitir en este diario tantas emociones como yo he podido recibir durante todo este largo y apasionante proceso? Hemos vivido con intensidad dos meses de lecturas, ensayos, errores y aciertos y algunos chupitos de vodka, para entrar en ambiente, con la esperanza de construir un espectáculo que nos recuerde la necesidad del teatro, ahora que esta panda de ignorantes que nos gobierna la pone contínuamente en entredicho. Un país sin cultura, sin memoria y sin tradición es un país sin historia, sin futuro y sin ninguna ilusión. El arte es necesario por mucho que no tenga ninguna utilidad. Su necesidad se impone ante nosotros en el mismo momento que disfrutamos de él. Es en este preciso momento cuando nos damos cuenta de que algo nos faltaba y que a partir de entonces ese algo ya no podrá dejar de existir. Como nos sentiríamos si la Gioconda de Da Vinci perdiera su sonrisa, o si el pensador de Rodín dejara de pensar? Seríamos los mismos si nunca hubiéramos leído Tío Vània. Seréis los mismos tras ver nuestro propio Vània? Ese es nuestro deseo. Aportaros algo a vuestra vida que antes no existía y que ahora ya no podrá dejar de existir. El teatro es materia orgánica: como la piel de una naranja que lanzamos en medio de la montaña; no muere, vive mientras se descompone. Así que el hombre trata de crear un lenguaje para expresar sus ideas y emociones, podemos empezar a hablar de arte. Cuando este hombre se sirve de su voz y de su cuerpo para crear este lenguaje, podemos empezar a habla de teatro. Pero a diferencia de otras disciplinas artísticas, el teatro no deja ningún rastro más allá de nuestra memoria como espectadores. Las fotografías de Cartier-Bresson, la pintura de Van Gogh o incluso los libros de Chéjov, sobreviven a sus autores. El teatro en cambio se consume a la misma velocidad que se construye. Visto así, no hay nada que se parezca más a la vida que el teatro. La crítica se esfuerza por hablar de él  con el intento de que mantenga un espacio propio dentro nuestra historia, incluso yo lo intento con este diario, pero qué impacto pueden tener sobre nosotros los adjetivos escogidos por un espectador cualquiera, si no hemos podido descubrirlos con nuestras propias retinas? O acaso no sentimos envidia cuando alguien nos explica un espectáculo maravilloso que ha podido ver y nos añade que no lo harán nunca más? Que no sea por pereza o negligencia que nuestra cultura, memoria y tradición desaparece. Que no sea por pereza o negligencia que un día el hombre ya no sepa emocionarse gracias a su imaginación. Que no sea por pereza o negligencia que la palabra teatro pierda su uso en nuestro vocabulario como aquellas herramientas antiguas para trabajar en el campo y que ya no sabemos usar.

Leave a Reply